Es una prueba de la habilidad de una máquina para exhibir un comportamiento inteligente similar al de un ser humano o indistinguible de este. Alan Turing propuso que un humano evaluara conversaciones en lenguaje natural entre un humano y una máquina diseñada para generar respuestas similares a las de un humano.
En el caso de que el evaluador no pueda distinguir entre el humano y la máquina acertadamente (Turing originalmente sugirió que la máquina debía convencer a un evaluador, después de 5 minutos de conversación, el 70 % del tiempo), la máquina habría pasado la prueba. Esta prueba no evalúa el conocimiento de la máquina en cuanto a su capacidad de responder preguntas correctamente, solo se toma en cuenta la capacidad de esta de generar respuestas similares a las que daría un humano.
En 1990, se dio inicio a un concurso anual llamado Premio Loebner, cuyo objetivo es el mismo que el del Test de Turing. Hay un juez que tiene frente a sí dos computadoras, una dirigida por un ser humano y otra automática. Se establece un diálogo con cada una, mediante preguntas y respuestas, para discernir cuál es cuál. Si la computadora automática logra confundir al juez, el programa gana una gran cantidad de dinero.
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